miércoles, 29 de junio de 2016

LA EMPRESA PRO-HUMANA


Por motivos profesionales me veo obligada, muy a menudo, a coger aviones. Volar me desconecta de la rutina y me da amplitud de miras. Desde arriba, las vistas son panorámicas. Amplias. Esperanzadoras, incluso. 
Mas tarde entenderá por que le hablo de esperanza. 

Durante mi último vuelo, volviendo de Colonia a Barcelona, la perspectiva panorámica del verde infinito de los campos alemanes, me llevó a ejecutar una profunda reflexión en cuanto a la inhumanidad imperante en gran parte de las empresas españolas, en general y sus graves consecuencias a nivel personal y en términos de competitividad y resultados.

Normalmente las empresas son el vivo ejemplo de la política y la cultura de un país y en un 80 % de los casos suelen funcionar de maneras similares, (aunque siempre hay honrosas excepciones).

Una de las grandes -y definitivas- diferencias entre la empresa alemana y la empresa española, es la cultura y la filosofía de respeto absoluto por sus empleados y por sus derechos. Esta cultura del respeto se retro-alimenta en las dos direcciones: de empresario/empresa a empleado y de empleado a empresario/empresa y si bien es cierto que los alemanes nos llevan 200 años de adelanto en este sentido, yo, que soy partidaria (en lo personal y en lo profesional) del aprendizaje y formación continuos, pienso que la empresa española aún está a tiempo (y debe) aprender mucho de Germania. 

España se encuentra a la cola de la competitividad europea y si analizásemos el grado de satisfacción de la clase obrera en este país, no llegaría ni a un 5 (en una escala del 1 al 10). Si bien no voy a entrar a analizar ahora todos y cada uno de los factores que contribuyen a este desastre, si que me voy a referir a uno importantísimo y determinante en la productividad y los resultados de cualquier empresa e independientemente del sector al que se dedique y que, por definición, engloba a todos los demás.

Este factor determinante al que hago referencia se llama Respeto. Respeto a los obreros/colaboradores/ empleados que constituyen la empresa y de quienes depende la productividad y los resultados, algo que muchos empresarios deberían cuestionarse en profundidad. 

Lo que un ser humano no hace por dinero, lo hará por cariño y por respeto, créame. Y una persona respetada, cuidada y querida, aumentará su productividad al 100% aunque quizás sus condiciones de trabajo y económicas no sean precisamente las ideales. Recordemos siempre que estamos trabajando con personas de las que dependen nuestros resultados, nuestra productividad y nuestra rentabilidad como compañía. Nuestra competitividad, en una palabra.

Se impone un replanteamiento urgente en verso a como estamos tratando a nuestro equipo. Planteémos a grosso modo, las cuestiones siguientes:


1- Esta Vd presente en su empresa?

2- Saben sus empleados que Vd está dispuesto a escuchar su crítica constructiva?

3- Está Vd dispuesto a aceptar dicha crítica y reaccionar de una forma pro-activa?

4- Agradece Vd a sus empleados su crítico feed-back?

5- Es capaz de reconocer sus propios errores y disculparse por ello?

6- Busca Vd la comunicación con sus empleados?

7- Esta y quiere solucionar los conflictos internos que puedan presentarse?

8- Es Vd una persona íntegra y con conocimiento del ser humano?

9- Promueve Vd una cultura dinámica y motivadora de equipo en la que todos sus integrantes se sientan parte?

10- Compensa a quien se esfuerza, fomentando una cultura interna de la meritocracia?

11- Es Vd feliz trabajando y transmisor de felicidad en su compañía?


Creo que muy pocos directivos -en un acto de honestidad absoluto-, contestarían afirmativamente -al menos- a 5 de las cuestiones planteadas. Con esto queda dicho todo, lamentablemente.

Vd podrá comprar con dinero las mejores máquinas, la tecnología más avanzada y probablemente fabricar un producto de calidad superior. Pero si su personal esta totalmente decepcionado con Vd y mas desmotivado aún con su actitud prepotente y egocéntrica, mas vale que pare máquinas, se tome un café y realice un saludable ejercicio de necesaria autocrítica que le saque a Vd y su equipo de las cavernas empresariales y les haga ver la luz. 

Queremos una empresa sostenible. Queremos la empresa que necesita España para salir de la profunda crisis económica y social en la que se encuentra y de la que depende la supervivencia y la calidad de vida de tantas familias y con ello nuestra imagen a nivel internacional. 

El tejido empresarial de un país es su cimiento y la base de su economía.

Necesitamos empresas fuertes, consistentes, constituidas por seres humanos que trabajan con seres humanos y no con cosas. La cosificación del capital humano en las compañías es una de las principales causas de los resultados mediocres y la preocupante pérdida de competitividad que presenta nuestra economía y nuestro país. 

No necesitamos jefes. 

Necesitamos líderes absolutamente empáticos, inspiradores. Líderes de un nuevo rumbo económico y por lo tanto social, orgullosos de formar parte de una nueva forma de crear y hacer, una empresa donde todas y cada una de las partes que la componen quieran luchar conjuntamente y absolutamente motivados por un crecimiento constante, persiguiendo la excelencia como objetivo vital y profesional. 

Un entorno donde el desarrollo personal, profesional y económico, sea posible para todas y cada una de las partes que lo forman. Incluidos los empleados, en primer lugar, como verdaderos artífices de lo posible y tradicionalmente tan injustamente valorados. 

Empecemos por el necesario respeto. 

Por la necesaria empatía. 

Empecemos por tratarnos. 

Por tratarnos mejor. 

Una empresa anti-personas es una realidad inaceptable en un país democrático, europeo y que quiere crecer y hacerlo de forma respetuosa con las personas, el medio ambiente y la sociedad. 

Una empresa anti-personas es la antítesis del éxito empresarial, los resultados -y por ende- los beneficios.

Abogo por una empresa pro-ser-humano por que, tras 20 años de dedicación absoluta a la empresa, concretamente en el sector del acero y por extensión en muchísimos otros sectores de la industria y la economía, he llegado a la conclusión de que es el único sistema que funciona hoy en día y en el próximo milenio.

Espero del próximo gobierno de España una política económica que permita a los empresarios de este país una empresa pro-ser-humano. Una política económica donde la formación dual sea un hecho. Donde los salarios sean competitivos y se respeten y se fomente el esfuerzo y los méritos propios. Una politíca económica donde la igualdad de género y la estabilidad social sean una prioridad. Una política económica donde el capital humano sea la base de la prosperidad y se fomente y retenga nuestro valioso talento español, hoy en día obligado a emigrar a otras naciones donde se les reconoce más y se les paga mejor.

España nunca será Alemania, ciertamente, pero podemos copiar, de los alemanes lo que mejor saben hacer, la empresa y tratar de adaptar lo que les ha llevado al éxito económicamente a nuestro genuino carácter español. Si fueramos capaces de adaptar la seriedad germánica a la pasión española, llevaríamos a nuestro país a convertirse en motor de cambio y crecimiento. En un auténtico Número 1.

Todo esto lo pensé mientras volaba, vislumbrando el verde alemán, esperanzada. 

No perdamos la esperanza, ni la ilusión por el cambio. Aún es y debe ser posible.


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