miércoles, 8 de junio de 2016

ALEMANIA, MON AMOUR


En la foto de cabecera con Frau Duhlmann, Directora de Compras de una de las empresas recicladoras más importantes de Alemania. Amiga personal. Excelente ser humano.

A la vuelta de la Feria Ifat, en Münich (la feria del reciclaje más importante del mundo), me sumerjo esta vez en la vorágine habitual post- feria y compruebo –nuevamente- la buena salud empresarial y financiera en el norte de Europa y Alemania en particular.

Mis amigos/clientes me hablan de sus inversiones en millones de euros. De las ampliaciones en sus plantas. De sus compras de nueva maquinaria, camiones y sistemas. De sus proyectos y ventas en el exterior, donde quiera que pueda hacerse negocio, desde Ukrania a Cuba. No importa. Lo importante es exportar y facturar. 

Disfruté enormemente, como pueden imaginar.


Entre cierre y cierre de toneladas (de acero, como ya saben), tambien me hablaban de su preocupación por España: 

“Frau Schätzle, que está pasando en España? Es verdad que el 47% de la juventud está en paro?

Por qué no hay trabajo?”

Y cuando comienzo a explicarles, sencillamente, no dan crédito. Como tampoco lo da ningún español, claro. Los nórdicos son muy lógicos y todo lo que se sale de la lógica (y la política económica en España roza lo incomprensible hace ya muchos años), se quedan sin palabras. 

Alemania –y el norte en general- cuida a su empresa. La potencia y la protege. En Alemania la economía va siempre por delante de la política y saben mejor que nadie que, el éxito y la supremacía de su país se basan –entre otros factores-, en un tejido industrial y manufacturero que funcione y lo haga mejor que nadie (ya sabemos que China realiza grandes copias).

El ¨Made in Germany” es la joya de la corona alemana y son muy conscientes de ello. De ahí su nivel de esfuerzo e intensidad generales. El día en el que Germania descuide su excepcional involucración en el empresa y el trabajo, así como sus elevadísimos estándares de calidad en cualquier producto que fabriquen, pasarán a convertirse en un país de servicios, en el fantasma de una economía que una vez funcionó. 

Nada sin embargo más lejos de la realidad en estos momentos. Afortunadamente para ellos, el resto de Europa y por extensión, el mundo.


Confirmo pues la buena salud del sector del reciclaje, su interesante ritmo de crecimiento, la aceptación de los -aún-, elevados precios del acero y a destacar, una cierta relajación de mis competencias. Rusia está inactiva y mis competidores europeos sin la agresividad de otros tiempos. 

Me pregunto si se han cansado o bien se muestran más deprimidos por el enorme esfuerzo que supone atender y activar a un mercado tan grande y tan exigente. 

O las dos cosas. 

Mi nuevo objetivo es mantener mi ya muy abultada cartera de amigos/clientes y continuar creciendo. Creo que aún puedo crecer más. Ellos lo están consiguiendo y vamos juntos en esto. Somos partners. Nos queremos.


Las comparaciones son odiosas pero en este caso, necesarias. Regresando a Barcelona, durante el vuelo, reflexionaba profundamente sobre lo que me gustaría poder implantar en las empresas españolas lo que tan bien funciona en la empresa alemana (hablemos de reciclaje, de automóvil, de farmacia, hablemos de cualquier sector) y que tanto ayudaría a la economía de nuestro país a lograr competitividad y pleno empleo. Y no es una utopía. Es perfectamente realizable siempre y cuando queramos empezar la casa por los cimientos y construir con lógica y eficacia. 

De ello continuaré hablando en mi Blog y en mi próximo libro, en construcción en estos momentos: ha llegado el momento de hablar a fondo de quien hace las cosas mejor y de continuar aprendiendo de quien más sabe.


Y los alemanes hacen las cosas muy bien.

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