jueves, 3 de noviembre de 2016

UN LÍDER EN EL ADN


“He escuchado que enviarán a dos personas a Marte y me gustaría ir, pero tengo 7 años y no puedo“.


Esta declaración de principios fue esgrimida por Dexter Anderson en la carta que le escribió a la NASA hace unas semanas y que ha dado la vuelta al mundo, como no podía ser de otra manera.

Este niño-promesa merece ser el protagonista absoluto de mi sección “Empresa y Liderazgo” de esta semana, sin duda alguna.

La carta que ha escrito a la NASA en la que expresa su deseo de ir a Marte, en la que reconoce, que aunque quiere, aún no puede y en la que pregunta que es lo que tiene que hacer para ir a Marte en un futuro, es el compendio perfecto de lo que es un líder de nacimiento. Un líder de tripa. Un líder de víscera. El líder que necesitaría cualquier empresa que quiera estar en el mercado y progresar sin límite. 

Dexter podría, con sus 7 añitos, dar clases de liderazgo en las universidades más prestigiosas del globo.

Me gustaría analizar, brevemente, lo que más me ha llamado la atención en su carta de niño de 7 años:


“Quiero ser astronauta”: Dexter tiene un sueño.

“Pero aún no puedo por que tengo 7 años”: Aunque es consciente del obstáculo que representa su edad (aún), sabe que es sólo una circunstancia temporal.

“Esta carta está dirigida a la NASA, directamente”: Dexter escribe a la NASA, con la misma naturalidad que escribiría a su mejor amiguito del cole o a sus primos de Wisconsin. Dexter no se deja intimidar por la NASA, contempla trabajar con la élite con naturalidad. Dexter no tiene miedo de nadie.

“Quiero ir a Marte”: Dexter tiene clarísimo el objetivo. No está confundido, no se pierde en el todo. Dexter enfoca. Sabe dónde quiere ir. No duda.

“Díganme Uds., Sres. de la NASA, ¿qué tengo que hacer para ir a Marte?: Dexter sabe que ir a Marte implica una tremenda responsabilidad e intuye que habrá de prepararse a conciencia. Pregunta a quien sabe más que él, cuáles son los pasos que ha de dar. Dexter tiene humildad para aprender.

“¿Qué tengo que hacer para convertirme en astronauta?”: Dexter está dispuesto a luchar y a sacrificarse por conseguir su objetivo. Sabe que, no sólo tendrá que estudiar y prepararse muy a fondo, si no que está dispuesto a pagar un peaje en forma de tiempo; dedicación; energía y estoicismo en una palabra. Lo ha interiorizado.

“Me dibujo dentro del cohete”: Dexter realiza una visualización objetiva de su sueño. En su cabeza se ve ya como astronauta de la NASA y pisando Marte. Se centra en el resultado y aunque conocedor del camino que le espera, sin duda duro, la pasión por conseguir lo que ama con todas sus fuerzas está por encima de todo lo demás.


Contemplando la foto del encabezamiento, vemos pura vida. Vida en vena. Vida y alegría a raudales. Contemplando la foto y releyendo la carta, Dexter se convierte en una fuente de inspiración para todos y aplicable tanto a la empresa como a la vida. 

Resumiendo las características que definen al líder de nacimiento:


· TIENE UN SUEÑO

· NO SE DEJA INTIMIDAR POR NADIE

· ES CONSCIENTE DE LOS OBSTÁCULOS, PERO LES HACE FRENTE CON ENTEREZA

· TIENE CLARÍSIMO EL OBJETIVO CONCRETO

· TIENE HUMILDAD PARA APRENDER CONSTAMENTE

· ASUME CON VITALIDAD LA LUCHA Y EL SACRIFICIO PERSONALES QUE IMPLICA EL LOGRO DE SU OBJETIVO

· ES PURA PASIÓN Y PURA VIDA

· TIENE CARISMA Y ES UNA FUENTE DE INSPIRACION PARA EL RESTO


Seguramente los padres de Dexter tienen mucho que ver en que el diamante en bruto que es su hijo, se exprese en estos términos a una edad tan temprana. Sin duda han inculcado en su hijo los valores que hay que fomentar en los niños para que se conviertan más tarde en los líderes de su propia vida y que constituyen la base del éxito personal y profesional. Sus padres le han dado alas para “ser”.

¿Qué hacer sin embargo, cuando no se ha nacido con una carga genética como la de Dexter, ni se goza de unos padres como los suyos?

Copiarlo. Aprender de él. Cuestionarse, veamos:


· APRENDER A SOÑAR DESPIERTO

· PROMOVER LA AUDACIA PERSONAL

· VIVIR APRENDIENDO. APRENDER DE FORMA CONTINUADA DURANTE TODA LA VIDA

· CLARIFICAR LOS OBJETIVOS

· ASUMIR QUE EL CAMINO A LA EXCELENCIA Y EL ÉXITO SON EL FRUTO DE TRABAJO DURO; CONSTANCIA; DISCIPLINA ESTOICA Y RENUNCIAS

· INTERIORIZAR QUE SIN ALEGRÍA DE VIVIR Y PASIÓN ES IMPOSIBLE CONSEGUIR NADA. 

· INSPIRAR A TRAVÉS DE NUESTRAS ACCIONES, NUNCA A TRAVÉS DE NUESTRAS PALABRAS


El líder nace, se es. El líder tiene otra genética. Un ADN diferente, único que le hace sobresalir y destacar por encima de la media. Un líder es vida pura con patas. Un líder es un corazón que late fuerte y un cerebro que no para de soñar cosas que pueden y deben ser hechas de otra manera. Un corazón y un cerebro que van de la mano y no se separan jamás, por que quien separa corazón y cerebro; cerebro y corazón, no puede tomar decisiones sabias.

Pero aún cuando la genética no dota de semejante regalo, siempre se puede copiar. Siempre se puede integrar en la propia vida y en la empresa la actitud del líder, la estructura mental del líder, el modus-operandi del líder y rechazar de entrada las actitudes contrarias a lo expuesto arriba, rechazar los contrarios por definición. Por que las empresas y las personas que no sueñan; que no quieren superar los obstáculos; que no tienen claros los objetivos; que no asumen las responsabilidades; que no tienen humildad para aprender; que no asumen los sacrificios implícitos y que no visualizan sus logros positivamente, no llegan a ningún lado.

Me he convertido en la fan número 1 de este niño fantástico que quiere ser astronauta. Se ha convertido para mí en una fuente inspiradora y motivadora llena de ternura. En mis días más duros, releo la cartita de autos e inmediatamente, aparte de sentirme mejor, vuelvo a interiorizar los básicos del líder total.

Creo que todas las empresas que se precien deberían leer a Dexter y reflexionar de todo lo que podemos aprender de esta criatura de 7 años. 


Yo, a veces, también quiero ser astronauta.

martes, 11 de octubre de 2016

TRUMP, LAS MUJERES Y LAS PERRAS


Sabido es que el dinero a espuertas da acceso a casi todo en esta vida. El dinero a espuertas compra los sueños y, lamentablemente, es capaz hasta de comprar las voluntades más estóicas, pudiendo alcanzar incluso, la expresión máxima del mal gusto y la vulgaridad más imperdonables cuando se llega al “quiero de todo más y lo quiero ya por que puedo pagarlo y quien paga, manda”.

La mayor ventaja de tener un patrimonio ilimitado, sin embargo, no es la compra de “cosas”. Las que fueren. No lo es, en absoluto. Las cosas acaban aburriendo por su condición intrínseca de cosas, por lo tanto, no podemos medir el poder real del dinero por el acumulo de bienes materiales, si no por otro mucho menos tangible pero escaso y preciadísimo:


LA LIBERTAD –CASI- ABSOLUTA DE QUIEN LO POSEE.


El dinero te hace completamente libre. Independiente. Dueño de tu tiempo. Dueño de tus opiniones. Amo y Sr. de tu vida, en un palabra.

El dinero te sube en un avión y hace que veas el mundo desde la visión panorámica que te dan las alturas, la visión de la libertad absoluta, avalada por un patrimonio incalculable.


El dinero hace que te sientas completamente libre para hacer y decir lo que te dé la real gana. 


Trump se siente libre, no me cabe la menor duda, pero, olvida, que su libertad termina donde comienza la del otro. Este concepto básico que constituye el A-B-C de la empatía humana, ha saludado a Trump y al verle, se ha ido corriendo presa del pánico. La empatía no quiere saber nada de Trump y Trump, desconoce si quiera, que exista término semejante y mucho menos que se trate de la piedra básica en la que fundamentar cualquier relación humana.

Trump es el continuador de lo que yo defino como “utilitarismo vital” una corriente filosófico-económica basada en la contemplación del otro como objeto útil o bien inútil, dependiendo de sus intereses, inclinaciones e instintos vitales básicos, muy similar a la que, en su día praticaba Calígula por ejemplo, y que tantas simpatías ha despertado a lo largo de la historia.

Quienes me siguen, saben que trato de mantenerme alejada de la ordinariez y del mal gusto como de la peste bubónica, pero tras escuchar el último bramido Trump, soy consciente de que mancillo con toda intencionalidad mi Blog y pido disculpas de antemano: no me queda más remedio que hacerlo.

El contexto y contenido de las últimas declaraciones de este sujeto alcanzan así los niveles más bajos de la miseria humana. De la pobreza humana y aún cuando se es rico en millones de dólares americanos. 

Cuando Trump se jacta, eufórico, de lo siguiente “ser una estrella te permite hacer con las mujeres lo que quieras, incluso agarrarlas del c..., son unas perras”, no puedo más que convertirle en el protagonista absoluto de esta sección dedicada a “la estupidez humana”, sección que me gustaría, algún día, eliminar pero que, de momento y como vemos, me es imposible: no doy al abasto.

Analicemos la “perla literaria” que nos brinda Trump, vayamos por partes:


-SOY UNA ESTRELLA: Ni Narciso contemplando su bella imagen en el río, estaría más prendado de sí mismo. Este individuo, como mucho, es un empresario y punto. No confundamos los términos. Una estrella es Tina Turner. 

El narcisismo histriónico de Trump es absolutamente ridículo, como toda su persona (¿persona?).

-ESO TE PERMITE HACER LO QUE QUIERAS: Soy Dios sobre la tierra. El mundo gira entorno a mí. Estoy por encima del bien y del mal. Pobres mortales, tenéis suerte de que os dedique, si quiera, una parte de mi tiempo y de mi atención. Megalomanía.

-INCLUSO AGARRARLAS POR EL C... : como no tengo límites ( el límite no me ha interesado jamás y si lo había, me lo he cargado que para eso pago ), transgredo ya no el límite en si mismo, si no el respeto más elemental por el ser humano ( en este caso mujer ) de quien su cerebro y sentimientos no me preocupan lo más mínimo, reduciéndola a cosa, a objeto y permitiéndome por lo tanto “agarrarla”, no ya tomarla, si la tomara, la consideraría, la “agarro” por que las cosas y los objetos, no se “toman” se “agarran”.

AGARRAR.

AGARRAR POR EL C...

Me viene a la cabeza la imagen de los pueblos bárbaros del norte, agarrando también a las mujeres, en este caso, por los cabellos. Incluso los bárbaros era más refinados que Trump.

-SON UNAS PERRAS: Trump nos daría un pequeño alivio aquí, si elevase a la mujer de la condición de cosa/objeto inanimado a animal sintiente, (recordemos aquí que los perros son animales sintientes), pero no, Trump considera que las perras no son animales, si no también cosas, así que perdemos de nuevo la esperanza de una posible redención del maligno.

Nuevamente, el desconocimiento más elemental del mundo animal (sintiente), la supina ignorancia que Trump no sabe (ni puede) disimular - ni a golpe de dólar- hace su aparición para lamento del globo terráqueo. 


Trump desconoce los maravillosos rituales de cortejo y apareamiento que tienen lugar entre perros y perras y de los que Trump debería aprender (y mucho). Ningún perro agarra por el cu... a ninguna perra. El perro es mucho más sútil y delicado en su acercamientos pre-coitales a la perra de lo que Trump lo sería jamas hacia un ser humano (mujer/hombre, tanto nos da).


Narcisismo. Histrionismo. Megalomanía. Ausencia evidente de empatía por la mujer (en este caso concreto), osea, ausencia de empatía por el ser humano. 


Trump nos completa del perfil del psicópata integrado. Trump debería no sólo entonar el mea culpa televisado, (acompañado de su repugnante expresión labial) si no ponerse en manos de un buen psiquiatra y tratarse. Tratarse a fondo. Sería el mejor uso que podría hacer de su dinero, sin duda. Sería un regalo para toda la humanidad que ha de soportar sus continuos comentarios execrables, sus discursos hitlerianos y el hedor insoportable que exhala su presencia donde quiera que se halle.

El dinero, lamentablemente y como vemos, no compra la educación; ni el buen gusto; ni el saber estar; ni la hombría; ni muchísimo menos, la caballerosidad.


Trump nunca será Jeremy Irons, como Kim Kardashian jamás será Chanel. 


Las esencias no se compran y tampoco se venden. Lo que se ES no entiende de dólares. Afortunadamente. 

Trump siempre será un excremento vestido de dólares, de muchos dólares pero no por ello dejara su condición de excremento.

Que este hombre pueda convertirse en presidente de USA, sería recular peligrosamente hacia tiempos pretéritos e incivilizados, a los tiempos de la barbarie máxima. A la decadencia de la Roma Imperial.

Si los millones de ignorantes que le siguen (sólo los descerebrados pueden seguir al discípulo más cercano a Hitler que conozco), no dan un paso atrás y se cuestionan a quien están siguiendo, la diplomacia mundial debería tomar cartas urgentes en el asunto.

Un psicópata integrado que (y valga la redundancia), no muestra el más mínimo ápice por la dignidad del ser humano, no puede (ni debe), convertirse en el presidente de la nación más poderosa del planeta.

martes, 4 de octubre de 2016

BREAK EVERY RULE, ¿ELLAS….QUIEREN?


Me veo obligada, moralmente, a hablar de mujer y empresa, yo, que siempre hablo del ser humano, sin distinción de género, porque considero que, a estas alturas de la película, hablar de “techos de cristal” ya no da lugar y hay que comenzar a hablar claro.

Independientemente del país donde me encuentre, sea Alemania, Francia o Italia, lamentablemente se trata de un fenómeno general que no conoce fronteras, me topo con artículos relacionados con “el techo de cristal”; “ la poca presencia de mujeres directivas en las empresas”; “la dificultad de la conciliación” ; “por que las mujeres ganan menos que los hombres”… y un largo etc, etc…y leyendo todo esto tengo la impresión de que el colectivo profesional femenino es una minoría oprimida, tratada de manera injusta e inaceptable por las empresas y la sociedad en general. 

Leyendo según que cosas parece casi que el colectivo profesional femenino fuera la minoría racial negra de los EE.UU en los sesenta, poco más o menos.

Ahora me gustaría dejar las teorías de la conspiración contra la mujer profesional que tanto venden en los diversos medios de comunicación y bajar a la realidad del entorno profesional y la empresa.


Pongamos los pies en la tierra. Bajemos. 


Primero e independientemente de cuestiones de género, seamos conscientes que no todo el mundo tiene el PERFIL DE CARACTER (la preparación se presupone), para ser empresario/a; directivo/a o bien ejercer un cargo de responsabilidad en una organización. 

No todos/as tenemos las mismas capacidades, por lo tanto, la decisión de formar parte de una vida profesional de complejidad y responsabilidad (y el mundo de la empresa lo es y mucho), ha de partir de la toma de una decisión ejecutada de forma libre; natural y tomada a conciencia.


Ni todos los hombres están capacitados, ni todas las mujeres. Comencemos por aquí.


Vayamos ahora a ese tanto por ciento de personas (hombres y mujeres) que deciden "hacer carrera" y aspiran a triunfar profesionalmente en su sector. Su ascenso y éxito posterior, van a depender, ENTERAMENTE, de la pasión y el convencimiento diario por SER EMPRESA, aportar y crecer y poco o nada va a tener que ver con el hecho de ser hombre o mujer, si no con la capacidad de APORTAR de manera SUBSTANCIAL.

El gran talón de Aquiles de las empresas es la necesidad de Capital Humano de calidad. De personas capaces de generar; negociar; solucionar y con la suficiente ambición y pasión como para no desviarse de su objetivo ni medio milímetro. 

Las empresas quieren RESULTADOS y poco les importa aquí el género. No viven del género; ni de las cuotas; ni de la teoría; viven y sobreviven gracias a lo que GENERAN. No olvidemos pues, de donde partimos.

A estas alturas del S.XXI, la mujer está exactamente donde ella decide que quiere ESTAR: La mujer ha ido al colegio. Tiene la opción de prepararse. Puede acceder a la cultura. Puede votar. Puede decidir si quiere casarse o no. Puede decidir si quiere ser madre o no. Y cuándo quiere serlo. La mujer puede decidir ser astronauta si ello le apasiona o formar una familia numerosa. La mujer puede decidir hacer, en una palabra, lo que le de la real gana. 

Cada mujer, como cada hombre, aspira y quiere cosas diferentes en su vida y cada cúal ha de tener la HONESTIDAD suficiente para saber construir LO QUE QUIERE y convertirse en el ARQUITECTO/A de su vida, la personal y la profesional y por supuesto LUCHAR por ello, sean cuales sean los obstáculos que, sin duda, van a aparecer por el camino. Que son muchos. Los ascensos nunca son fáciles ni son producto de la suerte.


Cualquier ascenso está lleno de sacrificios; renuncias; esfuerzo y resistencia, psíquica y psicológica, recordemos.


Como en otras tantas esferas de la vida, se culpa AL OTRO, de la propia desgracia, cuando –en la inmensa mayoría la desgracia propia es el resultado de la mala gestión – también propia- en las decisiones tomadas. 

La mujer ha de dejar YA de quejarse, culpar al hombre; a la sociedad; al estado y al mundo entero de su no- desarrollo profesional y ponerse manos a la obra (si es su deseo) y desde hoy mismo a CAMBIAR LA REALIDAD QUE NO LE GUSTA. Porque depende ENTERAMENTE de ella y su capacidad y convencimiento, el conseguirlo.

La mujer que quiere triunfar en el entorno empresarial, puede hacerlo : sólo necesita prepararse a fondo, apasionarse y volcar su preparación y pasión al 1000% en su objetivo. Como cualquier deportista de élite. Las medallas no se consiguen luchando a medio gas, sin convencimiento y culpando al otro de la mala suerte. Seamos serios y sobretodo, autocríticos.

La mujer se auto-limita. Se auto-impone un “techo de cristal” que es de su propia invención y fruto de su (en muchos casos) educación basada en la sumisión; su MIEDO a desentonar del entorno social y el establecimiento de sus prioridades vitales (que en muchos casos son otras). 

La maternidad, por ejemplo. La dificultad en la conciliación. No conozco a ningún hombre, profesional, con ese problema. A ninguno le afecta lo más mínimo ser padre de uno o varios hijos y una casa. La explicación es muy simple: a su lado hay una mujer que se OCUPA DE TODO, sin rechistar y soportando no una doble jornada, si no una triple jornada laboral (trabajo de responsabilidad a jornada completa, casa y niños) y TOLERA que su pareja continúe con su vida como si nada hubiese cambiado y sin asumir la más mínima responsabilidad.

La mujer que CONSIENTE esta situación es cooperante directa de su inaceptable situación y no la empresa, ni el estado. 

Tolerar lo intolerable en nombre del amor mal entendido, es culpa de uno mismo y de nadie más. Seamos coherentes. 

La aceptación del ABSURDO SOCIAL que se impone desde fuera es lo primero que ha de CAMBIAR la propia mujer si quiere y desea realizarse profesionalmente y por supuesto, vitalmente.

Son las madres las que han de educar a sus hijas en la importancia de prepararse a fondo; de SER y PENSAR libremente; de ser INDEPENDIENTES económicamente para construir la vida que desean y no la que le viene impuesta desde el exterior.

No conozco a ninguna empresa que rechace un buen proyecto; una gran idea; excelentes resultados o una gestión brillante por que venga de un hombre o de una mujer. Las empresas buscan y pagan Capital Humano como buscan y fidelizan clientes: exactamente de la misma manera, por que, sin ambos, no hay empresa, ni beneficios. Sencillamente.

Al igual que hombres, conozco mujeres para las que trabajar es un castigo divino. Mujeres que no aportan nada. Mujeres que se piensan que la empresa es una portería donde dar rienda suelta a todas sus frustaciones y problemas personales y donde en el argot decimos que “calientan el asiento” sin aportar absolutamente nada, salvo la insoportable queja constante.

Pero conozco a otro tipo de mujeres (y hombres), tremendas; preparadas; con visión y pasión; audaces; sin miedo a la vida; que han llegado o están a punto de llegar donde se han propuesto por que se levantan cada día para hacer camino, sin prisa pero sin pausa; conscientes de su misión; rompiendo techos inexistentes de cristal; barreras absurdas; poniendo resultados brillantes encima de la mesa y –en definitiva-, autoras de su propia vida, la personal y la profesional. 


-Mujeres que HACEN.

-Mujeres que saben decir NO

-Mujeres que se atreven a PEDIR por que lo que RECIBEN no es SUFICIENTE, ni ACEPTABLE.

-Mujeres que no TOLERAN lo INTOLERABLE.

-Mujeres que no se CALLAN cuando saben que tienen RAZÓN.

-Mujeres que INTERVIENEN cuando tienen que INTERVENIR.

-Mujeres dispuestas a CAMBIAR de EMPRESA y de PAÍS, si sus condiciones son SUSCEPTIBLES de MEJORA.

-Mujeres dispuestas a cambiar de IDIOMA; de CULTURA; de ENTORNO y hacerlo convencidas e ilusionadas. 

-Mujeres que saben VENDER SU TALENTO y no se avergüenzan por ello. Por que no hay que avergonzarse de lo que se ES, ni de lo que se SABE y lo que no se VE, no EXISTE y es obligación propia HACERLO VISIBLE.


No hemos nacido con una soga al cuello. Tenemos un cerebro para PENSAR y DECIDIR qué queremos SER y dónde queremos ESTAR. Y todas las opciones son válidas y respetables, recordemos. 

Todo depende de ELLAS. De sus ganas y su audacia. De atreverse a romper con lo que se espera de ellas (el silencio ¿?), de embestir contra el absurdo social que pretende desperdiciar el enorme TALENTO de seres humanos de género femenino. De cambiar el NO castrador por el revolucionario. 


La pregunta es, ¿ELLAS….QUIEREN?

viernes, 23 de septiembre de 2016

Lectura recomendada Blogsostenible "Una nueva forma de entender el trabajo: 5 ideas para empresas y empleados"

El trabajo es bueno y necesario, pero en un mundo donde el trabajo va a escasear aún más es preciso cambiar la forma en la que esta sociedad percibe el empleo. En esencia, con el dinero y con el trabajo debemos relacionarnos madura e inteligentemente. Por supuesto, la educación de nuestros jóvenes será esencial en esta transición.

El trabajo, ¿fuente de felicidad o de estrés?
Para muchos, no tener trabajo trabajo es sinónimo de infelicidad pero, por otra parte, el actual sistema genera tasas de estrés e infelicidad exageradas, tanto entre trabajadores asalariados de base, como entre directivos y autónomos (es el llamado síndrome de burnout o de estar “quemado”). Muchas horas de trabajo implican baja productividad e infelicidad, pues el estrés genera diversas enfermedades y bajas laborales.
Algo esta fallando cuando demasiadas personas buscan trabajo para ser felices y encuentran que es el trabajo su mayor fuente de infelicidad.
La culpa no es del trabajo en sí. Es de nuestra percepción del mismo y de una sociedad que tenemos que cambiar. Hay que salir de la rueda consumista de trabajar para ganar dinero y poder comprar cosas que no necesitamos, llegar a casa cansados y ver una TV que nos dice lo que tenemos que comprar para ser felices (como decía este gran documental). La publicidad genera tanta infelicidad que debería controlarse mucho más.
Hay ejemplos positivos
Desde 2004, los empleados de Netflix disfrutan de tantos días de vacaciones como quieren. Tienen la libertad de decidir cuándo se presentan a trabajar, cuándo coger tiempo libre y cuánto tiempo tardarán en realizar el trabajo. Y esto no ha afectado negativamente al éxito de la compañía, sino todo lo contrario. También hay otros muchos ejemplos de empresas en las que se trabaja menos (6 horas/día) y todo va mejor que cuando se trabajaba más.
Al fin y al cabo, lo que les importa a las empresas es el trabajo bien hecho, y no las horas vividas en el puesto de trabajo.
¿Hacia dónde debería tender nuestra sociedad respecto al trabajo?
Sísifo, el mito del trabajo duro e inútil.
Es una pregunta muy complicada de responder, pero a grandes rasgos, hay algunas cuestiones que deben abordarse:

  1. ¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Cada uno debe responder a esa pregunta y tener presente qué es lo importante en su vida. Nuestro trabajo, sea el que sea, debemos hacerlo contentos, sabiendo que estamos colaborando para construir una buena sociedad y que nuestro trabajo influye en ello. Si crees que tu trabajo no hace mejor nuestra sociedad, debes cambiar de trabajo. Si crees que tu vida es demasiado complicada, tal vez debes simplificarla.
  2. Intentar hacer bien nuestro trabajo es bueno para todos: No sólo se beneficia nuestra empresa, sino la sociedad en su conjunto y nosotros mismos. No se trata de ser perfectos, sino de sentir la satisfacción por un trabajo bien hecho. Si hay tareas de tu trabajo en las que no eres bueno, céntrate en hacer mejor las otras tareas.
  3. Aumentar la tasa de trabajo hecha desde casa usando las tecnologías informáticas: Es posible que muchas empresas no puedan hacer ese cambio, pero otras, sin duda, sí. Reducir el trabajo presencial disminuye gastos y estrés. También se reduce contaminación atmosférica y gastos sanitarios, por lo que los gobiernos deberían estar interesados en promocionarlo.
  4. Reducir la jornada laboral, al menos a los empleados que lo deseen: Esto tiene importantes ventajas, que se pueden combinar con el punto anterior. Muchos trabajadores, sin duda, se acogerían a esa modalidad incluso aunque se redujera ligeramente su salario. Mejoraría su calidad de vida y su salud, y se reducirían las bajas laborales. Algunas empresas podrían contratar más empleados para cubrir a los que han reducido voluntariamente su jornada laboral, lo cual reduce el desempleo.
  5. La empresa pro-humana trata bien a los empleados y obtiene importantes ventajas por ello: Confiar es mejor que controlar (hasta que se demuestre lo contrario, pues evidentemente hay trabajadores que pueden abusar). Casi siempre, el excesivo control conlleva más comportamientos negativos que si se confía en la gente asumiendo buena fe. Por otra parte, esta también demostrado que las empresas responsables (con RSE) tienen más éxito.
Todo lo anterior genera empleados satisfechos que son la mejor publicidad para una empresa. Además, los empleados contentos son más productivos y más creativos: En muchos de los empleos de hoy, una buena idea es mucho más importante que muchas horas sentado en el puesto de trabajo.
Sin embargo, hay factores que pueden hacer que todo esto no sea fácil de implantar. Por ejemplo, la gente necesita unos mínimos ingresos para subsistir y muchas empresas, que lo saben, abusan de ello: bajos salarios, horas extra sin remunerar, malas condiciones laborales, diversos fraudes fiscales que afectan al trabajador, etc.
Como sociedad, ¿cómo podemos conseguir una buena relación con el trabajo? No hay respuesta fácil, pero una pequeña Renta Básica puede ayudar. Si todos los ciudadanos mayores de edad percibieran una renta básica del estado que permitiera lo más básico (comer y poco más, para empezar), habría menos motivos para aguantar trabajos estresantes y más ganas de buscar un trabajo para disfrutar.
Tres ideas que NO apoyan la Renta Básica
Aunque ya hemos hablado en otro lugar de la Renta Básica (lectura recomendada) ,vamos a cuestionar aquí tres de los argumentos de los detractores de la renta básica:
  1. ¿No hay dinero? Eso depende de la cuantía de la Renta Básica. Sí hay dinero si la cantidad es pequeña, si se suprimen otros tipos de ayudas (algunas con muchos fraudes actualmente), y si se valoran las enormes ventajas que se disfrutan allí donde hay renta básica. Otra fuente de financiación podría ser subir los impuestos a las empresas a cambio de que éstas bajen los sueldos (principalmente los más elevados). La bajada de sueldo se compensaría con la Renta Básica, por lo que los empleados no notarían cambios salariales.
  2. ¿Se fomentaría hacer el vago? Téngase en cuenta que la Renta Básica debe ser, al menos inicialmente, muy básica, por lo que la gente seguro que desea trabajar para ganar más. Además, ya no habría razón para trabajar “en negro” (cosa que actualmente ocurre). Aún así, si alguien se contenta con la renta básica entonces debe llevar una vida austera de bajo impacto ambiental. Por tanto, está es una razón más para alabar ese tipo de vida, más que para criticarla.
  3. ¿Qué pasaría con los trabajos más duros? Algunos dicen que con Renta Básica no habrá trabajadores dispuestos para los trabajos más duros. Aparte de ser una renta baja, quizás haya que pagar más en esos trabajos. Un peligro es que los trabajos más duros podrían ser ejecutados por inmigrantes que posiblemente no tienen más opción. Desgraciadamente eso ya está ocurriendo hoy y nuestra sociedad aún no lo ha solucionado. Por tanto, se necesitan urgentemente mayores controles laborales.
Es muy posible que el sistema de vacaciones de la empresa Netflix y todas las ideas anteriores no puedan aplicarse a todos los tipos de empresas. Pero no hablamos de imponer un sistema genérico para todas, sino de mejorar nuestra forma de ver el trabajo y de dirigir trabajadores. Lo bueno es que muchas empresas (y gobiernos) podrán hacer cambios paulatinos y evaluar si funcionan o no.


Texto Original Blogsostenible

martes, 20 de septiembre de 2016

CRIMEN Y CASTIGO


Recientemente tuve la oportunidad de visualizar un campeonato de patinaje artístico del más alto nivel. 

Estaba disfrutando enormemente de la ejecución del ejercicio, cuando la patinadora (campeona olímpica, para más señas), falló una pirueta de extraordinaria dificultad y se estampó contra el suelo para el desconsuelo de todo el público.

La música que acompañaba de fondo a su bellísimo ejercicio continuaba sonando: la patinadora se levantó como si nada hubiera pasado y, mostrando una sonrisa al público de oreja a oreja (que clarísimamente ocultaba el dolor producido por el golpe y la frustación de los puntos con los que la iba a penalizar el jurado), continuó patinando como si nada hubiera ocurrido y dispuesta a darlo todo. 

En la empresa, como en la vida, no podemos permanecer anclados en el error, ni mucho menos anclar a nadie en el mismo. Hay que dejar de contemplar el error como un crimen que ha de ser castigado y contemplarlo como una experiencia, negativa pero –sobretodo- necesaria:


Sin error no hay aprendizaje.

Sin aprendizaje no hay evolución.

Sin evolución una empresa y su equipo, están condenados a morir lentamente.


Las empresas y equipos que mueren lentamente, acaban siendo devoradas por La Competencia.

Esto que parece tan evidente, es sin embargo, una lacra en el mundo de la alta dirección. Un directivo/a no se equivoca jamás. Sus carreras varias, dominio de diversos idiomas, estancias en el extranjero y probado virtuosismo de la gaita clásica celta, no le permiten equivocarse, ni mucho menos, reconocer un fallo (faltaría más). 

Esta actitud tan mezquina y tan contraria a los necesarios valores éticos que se le presuponen a un directivo/a, instauran en las organizaciones una cultura de la perfección mal entendida, acompañada de una cultura del castigo público, acusador y más propio de sociedades medievales que de la empresa que queremos y que hace la vida de todos los departamentos y los responsables que las integran, muy difícil y escasamente productiva. 

Las empresas y los directivos/as con tolerancia 0 al humano (y necesario) error, son organizaciones envenenadas que, por extensión, envenenan a cualquier ser humano que trabaje en la misma e independientemente de su posición en el organigrama empresarial.

La cuestión fundamental aquí es: ¿por qué se vive el error como una tragedia griega? ¿por qué es tan difícil reconocer una simple equivocación? ¿por qué es tan difícil entonar un “mea culpa”?

La explicación es clara: porque se vive el error desde el Ego y se percibe como un ataque directo a la persona, como un ataque directo a nuestra capacidad, a nuestra valía y eso convierte a cualquiera en una diana de la vulnerabilidad social y profesional: nuestra sacrosanta imagen de perfección puesta en evidencia ¡por un error! ¿? ¡No! ¡¡Jamás!! Cualquier cosa antes que reconocer un humano (y valioso): “Sí, me he equivocado”. Es mejor ocultarlo, obviarlo, mentir y en el peor y frecuente de los casos, culpar a otro (normalmente de rango inferior en la jerarquía).


En la jungla de la empresa, cualquier cosa vale con tal de evitar la humillación pública.


El error (el humano y necesario error), alcanza así la categoría de crimen por quienes mandan, institucionalizando un miedo generalizado que no sólo frena la necesaria productividad, si no que se convierte en el flagelo lacerante de cualquiera que ose arriesgar o asumir mas riesgo del necesario o dar rienda suelta a su creatividad y plantearse hacer las cosas desde otra perspectiva. Ya sabemos que el miedo y la culpa son los principales castradores de cualquier ilusión y avance, o lo que es lo mismo, de cualquier proyecto interesante que merezca la pena ser tenido en cuenta. Y la empresa los necesita si quiere continuar viva. Recordemos.

Quien manda desconoce, sin embargo, que la verdadera autoridad, no es la que figura en la puerta del despacho, ni tampoco en la tarjeta corporativa, si no la otra, La Autoridad Moral, que es siempre el resultado de la coherencia entre los valores éticos y los hechos que les acompañan, y ésta, la que no está escrita en ningún sitio, es la que permite que el bendito error tenga lugar, se asuma, se corrija y sobretodo, sirva de revulsivo, de mejora, de reubicación y crecimiento, además de permitir que todos y cada uno de los departamentos y personas que configuran la organización vivan su labor diaria de manera más humana y sin temor a ser despedazados por un superior que no se equivoca jamás.

La excelencia profesional sólo puede tener lugar a partir de la excelencia humana y ésta se construye a base de tropiezos, equivocaciones, decisiones mal tomadas y de levantarse de las muchas y dolorosas caídas que, afortunadamente, tienen lugar. 


A ninguna empresa ni directivo/a debería interesarle alguien que no se equivoque. 

Alguien que no haya cometido errores. 

Alguien que sea pluscuamperfecto y que lo haga todo bien. 


Alguien que ha fallado un salto, -como nuestra patinadora del inicio-, es alguien que ha intentando asumir mucho riesgo, un ser que no se contenta con la mediocridad, que no se conforma con no intentarlo, que no quiere lo que ya tiene, que se aburre ya de la naturalidad con que ejecuta lo habitual y quiere y necesita más. Alguien que busca un 10, en definitiva.

Quien se equivoca es alguien que ha salido de su zona de confort por que se aburría y decidió ir a por más y no quedarse acomodado/a en la pasmosa e intolerable inanición de los que nunca se equivocan y castigan sin piedad a los que lo hacen, con todo el escarnio del que son capaces. 

Demos pues la bienvenida más cálida a nuestros bellos y necesarios errores. Son quienes han hecho posible que lleguemos hasta aquí y seamos lo que somos.

Ninguna universidad, ningún master, ninguna enseñanza nos proporcionará jamás más sabiduría que la de los bellos y los lamentables errores que hemos cometido. Incluso los que mas nos avergüenzan. 

Recomiendo fervientemente la equivocación y el error como agitadores de conciencia y puertas a la excelencia profesional y vital, si queremos construir empresas y equipos fuertes, concienciados y convencidos de la tremenda necesidad de asumir riesgos incluso a pesar de nuestros errores.


martes, 30 de agosto de 2016

SOFISTICACION SEXUAL: EL MIEDO A LA LIBERTAD


Etiquetar la orientación afectivo-sexual de las personas se ha convertido en uno de los deportes de masas más ridículo y retrógado que conozco.

Sabido es, que a las mentes menos ventiladas, les apasiona definir y etiquetar a sus semejantes por rango de gustos e inclinaciones diversas, jactándose, orgullosos, de concluir su pobre pensamiento, espetando un “es gay”; “es lesbiana”; “es bisexual”; “es pansexual” o lo que, en definitiva, esté más de moda en un momento dado. Lo importante es reducir y clasificar la personalidad del “diferente” bajo un término que lo defina en su totalidad y sentido y a partir de ese momento, darle el “tratamiento” correspondiente. 


Su sexualidad va a definir toda su persona de antemano.


La sexualidad diversa y alejada de los soporíferos convencionalismos sociales, llega a ser, incluso, clasificada como una enfermedad “que hay que curar”, como una patología lamentable que hay que tratar, lo que adjudica directamente la categoría de “enfermo” a la persona que, simplemente, hace uso de su libertad personal para acostarse o levantarse (o ambas cosas) con quien le apetece.

Quienes me leen ya saben que soy poco o nada amiga de adjudicar etiquetas y definiciones al ser humano por que entiendo que algo tan complejo como el cuerpo y la mente de cada uno de nosotros, difícilmente puede reducirse a un vocablo ya de por sí limitador.

Cuando las mentes poco ventiladas de las que hablaba al inicio de este artículo, hablan de otro hombre/mujer en toda su complejidad y belleza intrínsecas, como “gay”, “lesbiana” y similares, efectúan un ejercicio reduccionista, empobrecedor y definitivamente estúpido del otro, qué, para más in-ri, culmina con un afirmativo “¡Oh!” del receptor del mensaje y de su mente poco ventilada también.

La sexualidad humana, afortunadamente, es compleja y está llena de colores que su vez muestran matices particulares y brillos varios, dependiendo de cada persona, claramente parece que la aplastante realidad de millones de personas en el mundo aún no está clara para otros tantos millones, empecinados en continuar con un irrespetuoso afán clasificador más propio de la Gestapo que de ciudadanos de una sociedad democrática y avanzada.

Recordemos que ya en la Grecia y Roma clásicas (así como en civilizaciones anteriores), homosexualidad, bisexualidad y/o experimentación sexual bajo cualquiera de sus formas, fueron, no sólo aceptadas, si no promovidas y disfrutadas en todo su esplendor y de forma absolutamente natural y socialmente aceptada. 

Desde entonces ha llovido ya lo bastante como para soltar amarras (y mal que le pese a quien le pese): recordemos que nuestro principal objetivo como seres humanos no es otro que el de ser felices (o cuando menos hacer lo posible para intentarlo).

Volvemos aquí a ese culto por el alineamiento del ser. A la obligación constituída, de formar parte del rebaño social. A la necesidad de expulsar de la manada al “diverso” so pena de ser señalado/a con un dedo inquisidor para siempre y tan propio de la estupidez humana.

El prejuicio absurdo y la ignorancia han hecho tanto daño a la necesaria diversificación sexual como la Iglesia Católica, los tres, de hecho, han ido siempre de la mano, como sabemos.


Abogo por des-etiquetar.

Abogo por des-clasificar.

Abogo por des-alinear.


Abogo por des-hacer todo prejuicio y suciedad mental y substituirlo por el conocimiento y la preocupación activa por el otro, independientemente de los muy respetables gustos de cada uno que, en cualquier caso, me parecen enriquecedores y de los que sin duda tenemos mucho que aprender, como en otras esferas de la vida.

Abogo por que cada ser de este mundo, se acueste con quien le dé la gana.

El conocimiento y la preocupación activa por el otro, debe ir muchísimo más allá de si alguien se siente más atraído por hombres o por mujeres o por ambos, en porcentajes distintos y variables y dependiendo de su momento vital. 

El conocimiento y la preocupación activa por el otro debe ir muchísimo más allá de una etiqueta colgada del cuello e injustamente definitoria de toda su esencia, por que una etiqueta jamás definirá a ningún ser humano. 

Somos más complejos y apasionantes por nuestra mera condición de humanos, que por nuestras particulares inclinaciones sexuales y considero necesario, más que nunca, no obviar este punto, concretamente, en este momento incomprensiblemente retrógrado e inundado de estupidez e ignorancia sin límite.

La negación del impulso sexual diverso, diferente del impulso sexual “homologado socialmente”, ha sido y es, fuente de no pocos conflictos psicológicos, sociales, legales e incluso (incomprensiblemente) causa absurda, a día de hoy, de tortura, asesinato y muerte en diversas partes del globo - y sin salir de Europa-. Como en tantas otras esferas, sólo a través de la educación temprana y la natural aceptación de la diversificación sexual, conseguiremos vivir en un mundo más civilizado y tolerante. 

Propongo regresar al modelo griego de aceptación y naturalidad. Al ser humano bello de cuerpo y bello de espíritu. Hay que regresar y promover la amplia y diversa sexualidad humana y no poner trabas ni trampas al deseo que nos mantiene vivos. Al deseo de fusión con otro ser humano, independientemente de género; creencias; procedencia; estatus; independientemente del TODO.

Somos seres sexuados desde nuestro primer minuto de vida y hasta nuestra última exhalación y todos tenemos el derecho de vivir nuestra sexualidad como nos parezca conveniente. 


¿Quién puede atreverse a etiquetar la piel?

¿Quién puede atreverse a etiquetar la esencia ?

¿Quién puede atreverse a etiquetar lo que “ES”?


Y sobretodo, ¿por qué? 


No hay necesidad de etiquetar la magia entre dos seres humanos. 


Entre kilómetros de piel. 

Entre millones de neuronas. 

No hay necesidad de etiquetar la felicidad absoluta bajo cualquiera de sus formas y colores. 

Quien lo hace, de hecho, murió hace tiempo. Es un zombie asexuado que vive entre dos mundos pero no ha llegado todavía a comprender y probablemente, no comprenderá nunca, por que negar la diversidad sexual, en cualquiera de sus múltiples y respetables variantes, es negar la vida y es vivir muriendo cada día un poco más.

La sofisticación sexual y la intelectual, suelen ir de la mano. No voy a citar aquí a los innumerables autores/as presentes en cualquier campo de la cultura; las artes y las ciencias cuya sexualidad dista mucho de la socialmente “recomendada”: necesitaría otro Blog para enumerarlos a todos/as. 

El miedo al progreso intelectual de la humanidad ha estado siempre muy ligado al temor de la realización y progreso sexual, tan complejo, apasionante y mágico en cualquiera de sus formas y variables. En definitiva, al miedo a la libertad del otro. A la amenazante libertad del otro. 

Recordemos que, independientemente del género, nuestro principal órgano sexual es el cerebro. Todo está en la cabeza y el sexo, también. De hecho, nos pasamos el día haciendo el amor con hombres y mujeres en nuestra necesidad de ser comprendidos; escuchados; admirados; aceptados…y lo hacemos sin darnos cuenta, de una forma natural y a veces, imprecisa, pero lo hacemos, sin duda alguna.

Desencadenemos pues cuerpos, almas y cerebros y apostemos por una sofisticación sexual respetuosa y consciente, interiorizada, que nos permita no sólo mirar, si no VER la inmensa sensibilidad que se esconde detrás de una vulgar e innecesaria etiqueta.


lunes, 18 de julio de 2016

EL OBISPO Y LAS VIRGENES


El objetivo de La Religión ha sido siempre lograr el enriquecimiento económico masivo y el poder absoluto incuestionable.

Esta ardua tarea se ha llevado a cabo históricamente, mediante la manipulación psicológica más sútil y refinada de sus adeptos. El método es sencillo y viejo como el mundo: se establecen uno o varios “dogmas de fe”, que como su propio nombre indica, carecen de cualquier fundamento lógico y mucho menos evidencia científica que los sostenga, cuando menos de ser sometidos a ser criticados o discutidos. En segundo lugar se establece un fuerte sentimiento de culpa, que, llevado al extremo, alcanza la categoría de “pecado”, que hace la vida de los malogrados seguidores de este sinsentido, ciertamente, muy difícil, siendo la causa de múltiples transtornos; complejos; traumas; fobias e incluso suicidios, como no podía ser de otra manera. 

Creer en el absurdo, en lo no evidenciable, ya puede causar de por sí, trastornos mentales severos, cuando menos si los fieles se ven obligados a vivir bajo el yugo constante del “pecado” que podría arrojarles fuera del adoctrinado rebaño y lo peor: a arriesgarse a ser devorados por las llamas del infierno fo-re-ver.

En base a estos dos miserables conceptos (dogma de fe + pecado), tan siniestramente diseñados para controlar el cuerpo, la mente y lo que es peor, cualquier atisbo de pensamiento crítico de sus seguidores, La Iglesia Católica, en este caso, ha creado un Imperio a lo largo de sus muchos siglos de existencia de dimensiones absolutamente estratosféricas y que escapa a nuestro alcance de simples mortales. 

Dicho Imperio y como cualquier otro, se ha constituido en base a una manipulación y control sobre sus pobres adeptos dignos de denuncia y susceptibles de ser castigados por decreto y no pocas guerras; torturas; luchas de poder; miles de muertos; asesinatos no esclarecidos; corrupción financiera sin límite y en definitiva, una serie de escándalos para los gustos mas morbosos y dignos de un serial televisivo.

En los últimos tiempos han aparecido en los medios de comunicación de todo el mundo, cargos eclesiásticos de todo rango y culpables de todo tipo de delitos relacionados con la corrupción financiera y la lamentable pedofilia, hechos constatados y delictivos, que están haciendo más por el ateísmo que Richard Dawkins. 

Enumerarlos me llevaría muchas páginas de Blog, darían para llenar esta sección per secula seculorum y robaría protagonismo del (muy a mi pesar), auténtico protagonista de mi “ Estupidez Humana “ de este mes de Julio , sección dedicada –como sabemos- , a denunciar y analizar a fondo y objetivamente, la abundante estupidez que nos rodea y que trata de evitar al mismo tiempo que acabemos siendo infectados por ella, como decía, el auténtico protagonista es el inefable Arzobispo de Alcalá de Henares Monseñor Reig Plá.

Cuando pensé que Su Eminencia, Cardenal Cañizares, no podría superar la estupidez humana máxima tras sus aberrantes declaraciones sobre “El Imperio gay”, entre otras lindezas dignas de su medieval cerebro, uno de mis amigos, mi querido Aurelio (gracias Aurelio gracias!!) me advierte de la entrada en escena de otro oscurantista, Su Eminencia (II) Monseñor Juan Antonio Reig Plá , quien con sus últimas declaraciones a cerca de como recuperar la virginidad, la nuestra, la de las mujeres, alcanza el glorioso Número 1 de mi sección de forma categórica, indiscutible y sin lugar a dudas. 

Que momento.

Gracias a este ser que se quedo en el año del Señor 1.415 aproximadamente y rechazó cualquier tipo de evolución y/o progreso, la estupidez humana alcanza el Olimpo de los Dioses, el non plus ultra. Alcanza la categoría de lo sublime, en una palabra. 

Como veíamos anteriormente, el concepto de pecado tan maquiavélicamente diseñado por Iglesia S.A (mi definición preferida de esta magnífica multinacional, maravillosamente gestionada desde el punto de vista empresarial puro y duro), necesita nutrirse de aspectos fundamentales e inherentes a la condición humana para que el terror psicológico de sus adeptos sea tal que estén dispuestos a aceptar y creer cualquier imbecilidad creada para lograr el sometimiento (y por supuesto!) la rendición de su condición pensante. No hay otro aspecto más fundamental e inherente al ser humano que su propia sexualidad. La sexualidad humana, tan natural y normal pero tan denostada y degradada por Iglesia, S.A desde el inicio de su fundación hasta el presente siglo, como mecanismo de control total sobre la psique de cualquiera que les siga. 

Escuchando a Su Eminencia comienzo a sentir miedo. Miedo físico, es más, creo que si pudiera me quemaría viva en una hoguera y mientras rezaría por salvar mi alma de mujer descarriada. 

Analizando el discurso pre-medieval de Reig Plá veo que cualquier mujer normal del S.XXI (entre las que me incluyo, lógicamente), no satisface ninguna de sus líneas, a saber:


1-Soy una mujer y tengo un cerebro.

2-Creo y defiendo la Igualdad de género.

3-Respeto las diferentes opciones sexuales ( la sexualidad humana es amplia ).

4-Entiendo el sexo como algo natural y normal.

5-He votado en las últimas elecciones.

6-Voy a trabajar cada día y asumo la responsabilidad de mi vida, ningún hombre ha de asumirla por mí.

7-No quiero casarme. Es más la palabra “matrimonio” me produce ictericia acompañada de salpullido.

8-Hace 25 años que perdí mi virginidad, no estaba casada y no tengo ningún interés en recuperarla.

9-Tengo amigos gays. 

10-Tengo 3 gatos negros con los que convivo. Y además, les quiero con todo mi corazón.

11- Cuestiono y analizo todo lo que cae en mis manos. Lo que dice Vd, Eminencia, también.


Como decía, este ser, emitidor de postulados absolutamente irracionales; difamatorios; insultantes; machistas e incitadores en una palabra, al maltrato del ser humano ( llegados a este punto me da igual que sea hombre o mujer ) puede ser seguido o escuchado por alguien? Puede algún ser humano normal; inteligente; coherente; bien educado; leído, escucharle por más de 2 minutos sin levantarse y salir corriendo? ¿ puede alguien asistir a alguna de sus homilías mas cercanas al “gore” que a la necesaria progresión del ser humano, sin necesitar una ducha de agua helada?, ¿ cómo permite El Estado Vaticano, -siempre tan cuidadoso y prudente a la hora de esconder la porquería debajo de las alfombras-, permitir al oscurantista expresarse en términos semejantes?

Qué descuido papal! Que fallo de Marketing! Qué tropezón sin parangón!

No nos hemos recuperado de los tremendos delitos de pedofilia y saqueo máximo “made in Iglesia, S.A” y ahora Su Eminencia nos prohíbe a las mujeres lo que nos define como seres humanos más allá del género:


P-E-N-S-A-R y A-C-T-U-A-R D-E M-A-N-E-R-A L-I-B-R-E


Ay Eminencia!

Si las madres misioneras de una conocidísima congregación religiosa donde tuve el privilegio de estudiar y formarme, excelentes mujeres y mejores profesoras (y realmente libres, se lo garantizo), le han escuchado, estoy segura que no tendrán la delicadeza de invitarle a un café con pastitas en cualquiera de las miles de misiones donde, realmente, difunden el mensaje de Jesucristo, haciendo a fondo lo que tienen que hacer y ahorrándose toda la patraña medieval con la que Vd. ha tenido la desfachatez de faltarnos el respeto: como seres humanos en primer lugar y como mujeres en segundo.

Como mujer de empresa, recomiendo a Su Eminencia y a la multinacional que representa, emitir un comunicado público y urgente, retractándose de los insultos y reconsiderando su lamentable, obsoleto e inaceptable discurso. Piense además, que como continúen Vds perdiendo adeptos dejarán de facturar, osea, dejarán Vds de lado su cometido Número 1: ni que sea por el interés económico puro y duro, retráctese públicamente, Eminencia.


martes, 12 de julio de 2016

SOY UNA MUJER EMANCIPADA


Soy una mujer emancipada

Inteligente. Libre. Voy a capitalizar mi belleza y todos mis encantos como si fuera el mejor inversor de Wall Street. Sé que soy mejor que el resto. 


Soy una mujer emancipada

Me gusta que pagues tú siempre (es un gesto de caballerosidad), me abras la puerta, me retires la silla y te hagas cargo de todas mis necesidades económicas y emocionales.


Soy una mujer emancipada

Estoy deseando atraparte, tonto. Quiero que me mantengas a mí y al fabuloso tren de vida que me merezco. Voy a convertirme en tu sueño hasta que comas de mi mano. 


Soy una mujer emancipada

Trabajo solo lo suficiente. Por ahora. Es circunstancial. Trabajar cansa y además, está mal visto que la mujer trabaje. Además, trabajar me obliga a pensar. Pensar cansa. Prefiero que tú pienses por mí. 


Soy una mujer emancipada

En cuando veo a otra mujer más guapa, mas preparada; más inteligente que yo, voy a ir a por ella hasta acabar con su autoestima. Quién se ha creído que es?


Soy una mujer emancipada

Y espero que me financies, cariño, la operación de pecho que me prometiste el día que me viste llorar por la tremenda tragedia que para mí supone usar una talla 85. Necesito una 100 para sentirme mujer. 


Soy una mujer emancipada

Necesito más botox en mi cara, aunque cada vez me parezca más a una caricatura de mí misma y ya no me quede expresividad alguna en el rostro. Lo importante, es mi belleza interior.


Soy una mujer emancipada

Este mes estaré intratable, cariño, por que he iniciado una dieta de 600 calorías/día. Entiéndelo, lo importante es que te guste. Eso sí, ni me hables. Compréndeme.


Soy una mujer emancipada

Te tengo tan amaestrado, tan tomada la medida, que he logrado transformar tu hombría en servilismo canino. Hago contigo lo que quiero y encima estás contento.


Soy una mujer emancipada

Tengo tanta personalidad que estoy emperrada en llevar el mismo bolso alucinante que llevaba Brenda Fox en el “Photocall” de “No es país para imbéciles”. 

Y espero que me lo regales, eh?


Soy una mujer emancipada

No pude evitar liarme con mi profesor de Pilates. Tu estás siempre de viaje y paso demasiado tiempo sola. Soy humana. Eres tan tonto que ni siquiera te has dado cuenta que llevamos 3 semanas sin hacerlo. Que bobos sois los hombres. En el fondo, te quiero.


Soy una mujer emancipada

Cuando me divorcie de ti, me voy a quedar con nuestra casa; tu sueldo; tus ahorros; tus planes de pensiones; el coche; el apartamento de la playa; la casa de tus padres en la montaña y la custodia de los niños…no la tengo clara, me agobian. Te la regalo.


Soy una mujer emancipada

No soporto verte fracasar, ni llorar. Que poca hombría. Parece mentira que jamás te dieras cuenta que no te quería lo suficiente, simplemente se me pasaba el arroz y eras la mejor opción entre las no-opciones disponibles del mercado.


Soy una mujer emancipada

Tu querías carne fresca, de primer corte. Yo quería una cartera bien abultada. Eramos felices, no?


Soy una mujer emancipada

Respétame, soy una mujer emancipada, por si no te habias dado cuenta.


lunes, 11 de julio de 2016

ARDOR GUERRERO


Mi día a día en el mundo del acero es lo más parecido a una guerra de lo que nadie se pueda imaginar. Soy consciente de que inicio una batalla que sé como empieza y que quiero que acabe con éxito, si es posible ,incluso, con la gloria y para ello todas mis facultades –sin excepción- han de estar operativas al 100%. Un solo fallo, un despiste, un movimiento en falso, pueden suponer la pérdida de millones de euros anualmente y con ello la pérdida de la guerra, en una palabra y traducido a negocios, a nuestra desaparición del mercado.

En la toma de la decisión correcta, hay un factor determinante, que, aunque parece obvio , es, en su sencillez, el más complejo de todos:

La gestión del miedo.

Todos tenemos miedos e inseguridades y quien no lo reconozca, miente. El miedo es humano y necesario, nos advierte de un peligro , de una amenaza y nos hace ser prudentes, cautos. Hasta ahí todo bien. El problema surge cuando el miedo paraliza, impide pensar con claridad, frena nuestra preciada estrategia y, o bien, nos hace tomar una decisión incorrecta o lo que es peor, bloquea cualquier tipo de decisión.

Hace unos días mantenía una apasionante conversación con un amigo mío, militar de carrera, quien, refiriéndose a los saltos en paracaídas, me decía:

“Cris, el primer salto es el fácil. El segundo es el peor, por que ya sabes a lo que te enfrentas”.

Esta sentencia taxativa, brillante en su sencillez militar, absolutamente concisa, me hizo recordar inmediatamente mis inicios, hace 18 años ya, cuando comencé a exportar acero a Alemania, desde Barcelona y era la primera en hacerlo. Cuando “salté” por primera vez y puse el pie en territorio “virgen”. 

Feliz e inconsciente. Feliz en mi inconsciencia. 

Con el paso de los años y a medida que mi conquista del territorio se extendía al resto de Europa, al resto del mundo, la interiorización de la tremenda responsabilidad que tenía (y continuo teniendo), me hizo sentir, si no miedo, mucho respeto: ya sabía a lo que me enfrentaba, ciertamente.

El segundo salto del que me hablaba mi experimentado amigo militar, es siempre más difícil que el primero, sin duda. Sin embargo, el convencimiento de saber que hacemos lo que hemos elegido, que estamos muy preparados para hacerle frente y la enorme ilusión de lo nuevo (no hay dos saltos iguales), es lo que nos proporciona la energía y la motivación para “superar” el humano miedo y substituirlo por el “Ardor Guerrero”, lo que en el argot militar se conoce como la adrenalina total que te permite afrontar una “operación” en la que has de ejercer labor de mando sobre ti mismo y estar a la altura de las – con toda probabilidad-, complicadas circunstancias que has de afrontar. 

Sólo los auténtica y genuinamente “vocacionales”, es decir, los que sienten auténtica pasión y convencimiento por su trabajo son capaces de gestionar el miedo con dignidad y substituirlo por el “Ardor Guerrero” del que hablábamos antes. 

En las circunstancias límite a las que nos tenemos que enfrentar cada día en nuestras empresas y en la vida, el mundo militar tiene mucho que enseñarnos, particularmente, en este sentido.

La peor decisión es la que no se toma. 

La peor circunstancia que puedo imaginar es convertirse en víctima de la circunstancia.

La incapacidad para asumir riesgos es, sencillamente, letal y debemos prescindir de ella siempre.

Soy testigo, a diario, de muchas decisiones mal tomadas o de ninguna decisión tomada en absoluto, producto de la mala gestión del miedo. Este comportamiento, erróneo, se traduce en pérdidas económicas tremendas para cualquier compañía. 

El miedo paraliza y destruye cualquier progreso. Cualquier necesario avance. Cualquier conquista. 

Hemos de saltar en paracaídas. Y hemos de realizar el salto preparadísimos. Hemos de prepararnos a fondo, física y mentalmente, para continuar viviendo; haciendo empresa; superándonos: para continuar conquistando nuevos territorios, pero, sobretodo, para continuar conquistándonos a nosotros mismos, sin duda, la más difícil de todas las conquistas posibles. 

Cultivemos siempre un sentimiento de proactividad máxima, un sentimiento de respuesta, de resolución ante las adversidades y las emergencias. Un sentimiento de confianza plena en nosotros y nuestras capacidades y por extensión, en nuestros equipos.

Finalmente, todos somos soldados en esta batalla diaria que es la empresa y la vida. 

Por muy humano que sea el miedo, substituyamoslo por “Ardor Guerrero” y… saltemos!