martes, 11 de octubre de 2016

TRUMP, LAS MUJERES Y LAS PERRAS


Sabido es que el dinero a espuertas da acceso a casi todo en esta vida. El dinero a espuertas compra los sueños y, lamentablemente, es capaz hasta de comprar las voluntades más estóicas, pudiendo alcanzar incluso, la expresión máxima del mal gusto y la vulgaridad más imperdonables cuando se llega al “quiero de todo más y lo quiero ya por que puedo pagarlo y quien paga, manda”.

La mayor ventaja de tener un patrimonio ilimitado, sin embargo, no es la compra de “cosas”. Las que fueren. No lo es, en absoluto. Las cosas acaban aburriendo por su condición intrínseca de cosas, por lo tanto, no podemos medir el poder real del dinero por el acumulo de bienes materiales, si no por otro mucho menos tangible pero escaso y preciadísimo:


LA LIBERTAD –CASI- ABSOLUTA DE QUIEN LO POSEE.


El dinero te hace completamente libre. Independiente. Dueño de tu tiempo. Dueño de tus opiniones. Amo y Sr. de tu vida, en un palabra.

El dinero te sube en un avión y hace que veas el mundo desde la visión panorámica que te dan las alturas, la visión de la libertad absoluta, avalada por un patrimonio incalculable.


El dinero hace que te sientas completamente libre para hacer y decir lo que te dé la real gana. 


Trump se siente libre, no me cabe la menor duda, pero, olvida, que su libertad termina donde comienza la del otro. Este concepto básico que constituye el A-B-C de la empatía humana, ha saludado a Trump y al verle, se ha ido corriendo presa del pánico. La empatía no quiere saber nada de Trump y Trump, desconoce si quiera, que exista término semejante y mucho menos que se trate de la piedra básica en la que fundamentar cualquier relación humana.

Trump es el continuador de lo que yo defino como “utilitarismo vital” una corriente filosófico-económica basada en la contemplación del otro como objeto útil o bien inútil, dependiendo de sus intereses, inclinaciones e instintos vitales básicos, muy similar a la que, en su día praticaba Calígula por ejemplo, y que tantas simpatías ha despertado a lo largo de la historia.

Quienes me siguen, saben que trato de mantenerme alejada de la ordinariez y del mal gusto como de la peste bubónica, pero tras escuchar el último bramido Trump, soy consciente de que mancillo con toda intencionalidad mi Blog y pido disculpas de antemano: no me queda más remedio que hacerlo.

El contexto y contenido de las últimas declaraciones de este sujeto alcanzan así los niveles más bajos de la miseria humana. De la pobreza humana y aún cuando se es rico en millones de dólares americanos. 

Cuando Trump se jacta, eufórico, de lo siguiente “ser una estrella te permite hacer con las mujeres lo que quieras, incluso agarrarlas del c..., son unas perras”, no puedo más que convertirle en el protagonista absoluto de esta sección dedicada a “la estupidez humana”, sección que me gustaría, algún día, eliminar pero que, de momento y como vemos, me es imposible: no doy al abasto.

Analicemos la “perla literaria” que nos brinda Trump, vayamos por partes:


-SOY UNA ESTRELLA: Ni Narciso contemplando su bella imagen en el río, estaría más prendado de sí mismo. Este individuo, como mucho, es un empresario y punto. No confundamos los términos. Una estrella es Tina Turner. 

El narcisismo histriónico de Trump es absolutamente ridículo, como toda su persona (¿persona?).

-ESO TE PERMITE HACER LO QUE QUIERAS: Soy Dios sobre la tierra. El mundo gira entorno a mí. Estoy por encima del bien y del mal. Pobres mortales, tenéis suerte de que os dedique, si quiera, una parte de mi tiempo y de mi atención. Megalomanía.

-INCLUSO AGARRARLAS POR EL C... : como no tengo límites ( el límite no me ha interesado jamás y si lo había, me lo he cargado que para eso pago ), transgredo ya no el límite en si mismo, si no el respeto más elemental por el ser humano ( en este caso mujer ) de quien su cerebro y sentimientos no me preocupan lo más mínimo, reduciéndola a cosa, a objeto y permitiéndome por lo tanto “agarrarla”, no ya tomarla, si la tomara, la consideraría, la “agarro” por que las cosas y los objetos, no se “toman” se “agarran”.

AGARRAR.

AGARRAR POR EL C...

Me viene a la cabeza la imagen de los pueblos bárbaros del norte, agarrando también a las mujeres, en este caso, por los cabellos. Incluso los bárbaros era más refinados que Trump.

-SON UNAS PERRAS: Trump nos daría un pequeño alivio aquí, si elevase a la mujer de la condición de cosa/objeto inanimado a animal sintiente, (recordemos aquí que los perros son animales sintientes), pero no, Trump considera que las perras no son animales, si no también cosas, así que perdemos de nuevo la esperanza de una posible redención del maligno.

Nuevamente, el desconocimiento más elemental del mundo animal (sintiente), la supina ignorancia que Trump no sabe (ni puede) disimular - ni a golpe de dólar- hace su aparición para lamento del globo terráqueo. 


Trump desconoce los maravillosos rituales de cortejo y apareamiento que tienen lugar entre perros y perras y de los que Trump debería aprender (y mucho). Ningún perro agarra por el cu... a ninguna perra. El perro es mucho más sútil y delicado en su acercamientos pre-coitales a la perra de lo que Trump lo sería jamas hacia un ser humano (mujer/hombre, tanto nos da).


Narcisismo. Histrionismo. Megalomanía. Ausencia evidente de empatía por la mujer (en este caso concreto), osea, ausencia de empatía por el ser humano. 


Trump nos completa del perfil del psicópata integrado. Trump debería no sólo entonar el mea culpa televisado, (acompañado de su repugnante expresión labial) si no ponerse en manos de un buen psiquiatra y tratarse. Tratarse a fondo. Sería el mejor uso que podría hacer de su dinero, sin duda. Sería un regalo para toda la humanidad que ha de soportar sus continuos comentarios execrables, sus discursos hitlerianos y el hedor insoportable que exhala su presencia donde quiera que se halle.

El dinero, lamentablemente y como vemos, no compra la educación; ni el buen gusto; ni el saber estar; ni la hombría; ni muchísimo menos, la caballerosidad.


Trump nunca será Jeremy Irons, como Kim Kardashian jamás será Chanel. 


Las esencias no se compran y tampoco se venden. Lo que se ES no entiende de dólares. Afortunadamente. 

Trump siempre será un excremento vestido de dólares, de muchos dólares pero no por ello dejara su condición de excremento.

Que este hombre pueda convertirse en presidente de USA, sería recular peligrosamente hacia tiempos pretéritos e incivilizados, a los tiempos de la barbarie máxima. A la decadencia de la Roma Imperial.

Si los millones de ignorantes que le siguen (sólo los descerebrados pueden seguir al discípulo más cercano a Hitler que conozco), no dan un paso atrás y se cuestionan a quien están siguiendo, la diplomacia mundial debería tomar cartas urgentes en el asunto.

Un psicópata integrado que (y valga la redundancia), no muestra el más mínimo ápice por la dignidad del ser humano, no puede (ni debe), convertirse en el presidente de la nación más poderosa del planeta.

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