martes, 4 de octubre de 2016

BREAK EVERY RULE, ¿ELLAS….QUIEREN?


Me veo obligada, moralmente, a hablar de mujer y empresa, yo, que siempre hablo del ser humano, sin distinción de género, porque considero que, a estas alturas de la película, hablar de “techos de cristal” ya no da lugar y hay que comenzar a hablar claro.

Independientemente del país donde me encuentre, sea Alemania, Francia o Italia, lamentablemente se trata de un fenómeno general que no conoce fronteras, me topo con artículos relacionados con “el techo de cristal”; “ la poca presencia de mujeres directivas en las empresas”; “la dificultad de la conciliación” ; “por que las mujeres ganan menos que los hombres”… y un largo etc, etc…y leyendo todo esto tengo la impresión de que el colectivo profesional femenino es una minoría oprimida, tratada de manera injusta e inaceptable por las empresas y la sociedad en general. 

Leyendo según que cosas parece casi que el colectivo profesional femenino fuera la minoría racial negra de los EE.UU en los sesenta, poco más o menos.

Ahora me gustaría dejar las teorías de la conspiración contra la mujer profesional que tanto venden en los diversos medios de comunicación y bajar a la realidad del entorno profesional y la empresa.


Pongamos los pies en la tierra. Bajemos. 


Primero e independientemente de cuestiones de género, seamos conscientes que no todo el mundo tiene el PERFIL DE CARACTER (la preparación se presupone), para ser empresario/a; directivo/a o bien ejercer un cargo de responsabilidad en una organización. 

No todos/as tenemos las mismas capacidades, por lo tanto, la decisión de formar parte de una vida profesional de complejidad y responsabilidad (y el mundo de la empresa lo es y mucho), ha de partir de la toma de una decisión ejecutada de forma libre; natural y tomada a conciencia.


Ni todos los hombres están capacitados, ni todas las mujeres. Comencemos por aquí.


Vayamos ahora a ese tanto por ciento de personas (hombres y mujeres) que deciden "hacer carrera" y aspiran a triunfar profesionalmente en su sector. Su ascenso y éxito posterior, van a depender, ENTERAMENTE, de la pasión y el convencimiento diario por SER EMPRESA, aportar y crecer y poco o nada va a tener que ver con el hecho de ser hombre o mujer, si no con la capacidad de APORTAR de manera SUBSTANCIAL.

El gran talón de Aquiles de las empresas es la necesidad de Capital Humano de calidad. De personas capaces de generar; negociar; solucionar y con la suficiente ambición y pasión como para no desviarse de su objetivo ni medio milímetro. 

Las empresas quieren RESULTADOS y poco les importa aquí el género. No viven del género; ni de las cuotas; ni de la teoría; viven y sobreviven gracias a lo que GENERAN. No olvidemos pues, de donde partimos.

A estas alturas del S.XXI, la mujer está exactamente donde ella decide que quiere ESTAR: La mujer ha ido al colegio. Tiene la opción de prepararse. Puede acceder a la cultura. Puede votar. Puede decidir si quiere casarse o no. Puede decidir si quiere ser madre o no. Y cuándo quiere serlo. La mujer puede decidir ser astronauta si ello le apasiona o formar una familia numerosa. La mujer puede decidir hacer, en una palabra, lo que le de la real gana. 

Cada mujer, como cada hombre, aspira y quiere cosas diferentes en su vida y cada cúal ha de tener la HONESTIDAD suficiente para saber construir LO QUE QUIERE y convertirse en el ARQUITECTO/A de su vida, la personal y la profesional y por supuesto LUCHAR por ello, sean cuales sean los obstáculos que, sin duda, van a aparecer por el camino. Que son muchos. Los ascensos nunca son fáciles ni son producto de la suerte.


Cualquier ascenso está lleno de sacrificios; renuncias; esfuerzo y resistencia, psíquica y psicológica, recordemos.


Como en otras tantas esferas de la vida, se culpa AL OTRO, de la propia desgracia, cuando –en la inmensa mayoría la desgracia propia es el resultado de la mala gestión – también propia- en las decisiones tomadas. 

La mujer ha de dejar YA de quejarse, culpar al hombre; a la sociedad; al estado y al mundo entero de su no- desarrollo profesional y ponerse manos a la obra (si es su deseo) y desde hoy mismo a CAMBIAR LA REALIDAD QUE NO LE GUSTA. Porque depende ENTERAMENTE de ella y su capacidad y convencimiento, el conseguirlo.

La mujer que quiere triunfar en el entorno empresarial, puede hacerlo : sólo necesita prepararse a fondo, apasionarse y volcar su preparación y pasión al 1000% en su objetivo. Como cualquier deportista de élite. Las medallas no se consiguen luchando a medio gas, sin convencimiento y culpando al otro de la mala suerte. Seamos serios y sobretodo, autocríticos.

La mujer se auto-limita. Se auto-impone un “techo de cristal” que es de su propia invención y fruto de su (en muchos casos) educación basada en la sumisión; su MIEDO a desentonar del entorno social y el establecimiento de sus prioridades vitales (que en muchos casos son otras). 

La maternidad, por ejemplo. La dificultad en la conciliación. No conozco a ningún hombre, profesional, con ese problema. A ninguno le afecta lo más mínimo ser padre de uno o varios hijos y una casa. La explicación es muy simple: a su lado hay una mujer que se OCUPA DE TODO, sin rechistar y soportando no una doble jornada, si no una triple jornada laboral (trabajo de responsabilidad a jornada completa, casa y niños) y TOLERA que su pareja continúe con su vida como si nada hubiese cambiado y sin asumir la más mínima responsabilidad.

La mujer que CONSIENTE esta situación es cooperante directa de su inaceptable situación y no la empresa, ni el estado. 

Tolerar lo intolerable en nombre del amor mal entendido, es culpa de uno mismo y de nadie más. Seamos coherentes. 

La aceptación del ABSURDO SOCIAL que se impone desde fuera es lo primero que ha de CAMBIAR la propia mujer si quiere y desea realizarse profesionalmente y por supuesto, vitalmente.

Son las madres las que han de educar a sus hijas en la importancia de prepararse a fondo; de SER y PENSAR libremente; de ser INDEPENDIENTES económicamente para construir la vida que desean y no la que le viene impuesta desde el exterior.

No conozco a ninguna empresa que rechace un buen proyecto; una gran idea; excelentes resultados o una gestión brillante por que venga de un hombre o de una mujer. Las empresas buscan y pagan Capital Humano como buscan y fidelizan clientes: exactamente de la misma manera, por que, sin ambos, no hay empresa, ni beneficios. Sencillamente.

Al igual que hombres, conozco mujeres para las que trabajar es un castigo divino. Mujeres que no aportan nada. Mujeres que se piensan que la empresa es una portería donde dar rienda suelta a todas sus frustaciones y problemas personales y donde en el argot decimos que “calientan el asiento” sin aportar absolutamente nada, salvo la insoportable queja constante.

Pero conozco a otro tipo de mujeres (y hombres), tremendas; preparadas; con visión y pasión; audaces; sin miedo a la vida; que han llegado o están a punto de llegar donde se han propuesto por que se levantan cada día para hacer camino, sin prisa pero sin pausa; conscientes de su misión; rompiendo techos inexistentes de cristal; barreras absurdas; poniendo resultados brillantes encima de la mesa y –en definitiva-, autoras de su propia vida, la personal y la profesional. 


-Mujeres que HACEN.

-Mujeres que saben decir NO

-Mujeres que se atreven a PEDIR por que lo que RECIBEN no es SUFICIENTE, ni ACEPTABLE.

-Mujeres que no TOLERAN lo INTOLERABLE.

-Mujeres que no se CALLAN cuando saben que tienen RAZÓN.

-Mujeres que INTERVIENEN cuando tienen que INTERVENIR.

-Mujeres dispuestas a CAMBIAR de EMPRESA y de PAÍS, si sus condiciones son SUSCEPTIBLES de MEJORA.

-Mujeres dispuestas a cambiar de IDIOMA; de CULTURA; de ENTORNO y hacerlo convencidas e ilusionadas. 

-Mujeres que saben VENDER SU TALENTO y no se avergüenzan por ello. Por que no hay que avergonzarse de lo que se ES, ni de lo que se SABE y lo que no se VE, no EXISTE y es obligación propia HACERLO VISIBLE.


No hemos nacido con una soga al cuello. Tenemos un cerebro para PENSAR y DECIDIR qué queremos SER y dónde queremos ESTAR. Y todas las opciones son válidas y respetables, recordemos. 

Todo depende de ELLAS. De sus ganas y su audacia. De atreverse a romper con lo que se espera de ellas (el silencio ¿?), de embestir contra el absurdo social que pretende desperdiciar el enorme TALENTO de seres humanos de género femenino. De cambiar el NO castrador por el revolucionario. 


La pregunta es, ¿ELLAS….QUIEREN?

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